Después de cinco semanas en Camerún, ya estoy de vuelta. Bikop es un pueblecito en medio de la selva en el que el dispensario y la escuela de la Comunidad de las Esclavas del Sagrado Corazón son un punto de referencia.
El dispensario es mucho más grande de lo que pensaba: con varias consultas, salas de hospitalización, quirófanos, laboratorio, farmacia… Es muy diferente ver cómo viven aquí las enfermedades, y cómo algunas que en España no veríamos nunca o que serían muy raras o graves, aquí son el pan nuestro de cada día.
Nosotros vivíamos en una casita al lado de la de las hermanas -un lujo, la verdad- sobre todo, al compararlo con lo que teníamos a dos minutos de paseo. La comunidad nos acogió con mucho cariño y nos hicieron sentir como en casa.
Durante las primeras semanas estuve haciendo un poco de todo en el dispensario: en las consultas, en la acogida midiendo parámetros, ayudando en la consulta prenatal… También ayudamos a organizar las medicinas que venían de España y explicamos a las encargadas de la farmacia para que se utilizaban los fármacos que no entendían. Nos sentimos muy bien acogidas por toda la gente que trabaja ahí.
Muchas tardes las pasábamos con los niños y jóvenes de Bikop. Ha sido increíble bailar (o por lo menos intentarlo) y ver cómo los más pequeñitos tenían más ritmo en un pelo que nosotros en todo el cuerpo.
Tras casi tres semanas en el dispensario, empezó la semana de campamento y ¡menuda experiencia! Además de muchos niños que conocíamos de antes, también vinieron algunos de más lejos, de las ciudades, primos, sobrinos de la gente de Bikop… Los niños empezaban a llegar a las 7 y media y hasta las 3 no parábamos. El lema del campamento era Ensemble prenons soin de notre environnement (Juntos cuidamos nuestro medio ambiente) para concienciar un poco a los niños sobre este tema. Todos lo entendieron perfectamente y prepararon una actuación para transmitirlo a sus familias el domingo. Además de jugar y cantar, cada día explicábamos un valor (paz, alegría, tolerancia…), tenían una hora de clase de inglés, francés o matemáticas y hacíamos un taller (pulseras, pintar bolsas de tela, coronas…). Me sorprendió ver lo cuidadosos que son con los materiales y el interés y cariño que ponían a lo que hacían.
Esa semana fue la que más convivimos con los monitores cameruneses y fue una suerte hablar con ellos sobre sus vidas, sus trabajos, sus familias…También me pareció increíble lo idealizada que tienen Europa cuando aquí viven con una alegría y una paz que han sido un ejemplo para todos nosotros.
De todo el tiempo que he pasado allí, me quedo con las personas que he ido conociendo. Lo que más me ha conmovido de los cameruneses es su forma de vivir el momento, de disfrutarde lo que están haciendo sin prisas, su fe, su alegría de vivir con lo que tienen (sin que les amargue lo que les falta), con cómo nos saludaban y se paraban a hablar con nosotros, y lo agradecidos que estaban de que estuviésemos allí. Aunque suene a tópico, he recibido mucho de ellos sin que se dieran cuenta. Nunca olvidaré las sonrisas de los niños y su forma de sorprenderse con nuestra piel, nuestro olor, nuestras manos… También me han impresionado todas las personas que están dedicando su tiempo a diferentes proyectos allí: la misión de las Esclavas del Sagrado Corazón en Bikop, Yaounde y Sangmelima, los centros de acogida de los jesuitas en Yaoundé para los niños de la calle y el orfanato para discapacitados de Sangmelima… Admiro mucho el esfuerzo que hacen todos ellos para sacar las cosas adelante, y la entrega y el cariño con el que lo hacen.
Estoy muy agradecida por todo lo que he vivido y todas las personas con las que me he ido cruzando. Esta experiencia me ha cambiado por dentro. Me ha enseñado a mirar el mundo con otros ojos, desde la humildad y la sencillez. Me ha enseñado a valorar muchas cosas: la suerte que tenemos de haber nacido donde hemos nacido y las oportunidades que eso nos brinda, las comodidades que a veces nos empeñamos en tener y que realmente no son necesarias… Muchas veces malgastamos tiempo y energía en perseguir lo que no es importante, sin apreciar lo maravilloso que es simplemente compartir nuestro tiempo con los demás.
“Mi equipaje será ligero para poder avanzar rápido. Tendré que dejar tras de mí la carga inútil y llevaré todo aquello que no pesa: muchos nombres con su historia, mil rostros en el recuerdo, la vida en el horizonte, proyectos en el camino.” (José Mª Rodríguez Olaizola)
Porque vivir más con menos es posible y ellos me lo han enseñado cada día.
Un trocito de mí se queda en Bikop.
María Menor (Grupos Católicos Loyola)